Antiguedades

Tasación de antigüedades con Aesval

Una antigüedad tiene en sí mismo un valor difícil de calcular. Hay una infinidad de objetivos de otras épocas que hoy en día valen mucho más de lo que sus viejos dueños soñaron. El tiempo es el mejor potenciador de valor.

Una moneda romana, un jarrón de una dinastía china o un mueble de hace siglos son hoy artículos con un valor extraordinariamente superior al de sus épocas.

Existen antigüedades que poseen un valor muy alto porque están hechas con materiales de gran calidad. Oro, diamantes, esmeraldas o cualquier otro tipo de piedra preciosa hace que, simplemente por sus elementos de fabricación, el objeto sea único y muy caro. Sin embargo, existe otro elemento que, junto al tiempo anteriormente mencionado, hace que todo se potencia: la historia.

Cuando hablamos de historia referida a una antigüedad, nos referimos a su historia en particular. Dónde fue creado, quién lo diseñó y quién lo fabricó, dónde estuvo guardado y, sobre todo, a quién pertenecía ese objeto son cuestiones que hacen que el valor se incremente exponencialmente. Sobre todo, el último factor: su pertenencia.

El famoso emperador Napoleón Bonaparte combatió a principios del siglo XIX en la batalla de Marengo. En ella luchó con un sable que hace poco más de una década, en el año 2007, se vendió en subasta por casi 6 millones de euros. No, no alcanzó ese valor por sus incrustaciones de oro sino por su historia. La historia de esa espada es única, no hay ninguna como ella. Napoleón es uno de los personajes más relevantes de los últimos 300 años en Europa y todo lo que esté relacionado con él multiplica su valor.

La relevancia de la valoración de una antigüedad en una subasta

Las antigüedades y las subastas suelen ir de la mano. Museos de todo el mundo y personas enormemente ricas con colecciones privadas impresionantes acuden a las subastas para poder adquirir nuevos elementos históricos.

Pero para que exista una subasta de un objetivo, primero hay que fijar un precio de salida, es decir, el precio mínimo del bien y por el que empezarán a pujar los participantes en la subasta.

Para llegar a esa primera cifra, primero hay que tasar el objeto. Es necesaria la intervención de un maestro tasador que valore el bien de forma objetiva y fije un precio. En muchas ocasiones se subastan objetos únicos, difícilmente comparables con otros, por lo que la valoración es muy compleja.

Cuando se valora una antigüedad hay que tener claro que su valor histórico puede ser mucho más relevante que el valor de los materiales en los que está construido. Como bien mencionamos antes, la espada de Napoleón si hubiese sido de alguno de sus generales no tendría ni un 10% de su valor. De ahí la complejidad de valorar una antigüedad.

Hay que ser un gran maestro tasador para determinar un valor que se aproxime a la realidad. Pero como estamos en clave de subasta, al final, quien se lo lleva es quien hace la mayor puja, y esa puja más alta puede estar muy alejada del precio de salida.

Hay que recordar que en ese precio de salida están incluidas las posibles cargas del bien, que se restan de la valoración.

Las antigüedades más caras de la historia

El sable de Bonaparte es solo un ejemplo de las decenas de antigüedades que se han vendido a lo largo de los años por precios extraordinarios.

Por más de 5 millones de euros se subastó una estatua de la diosa egipcia Isis, símbolo de la curación y la maternidad del antiguo Egipto. La estatua fue tallada hace más de 2.500 años y su estado de conservación es increíble.

Otro de los objetos más valiosos de la historia es un brazalete de diamantes y esmeraldas en forma de jaguar que el rey Eduardo VIII le regaló a su amada, la duquesa de Windsor hace casi 100 años. Para casarse con ella, tuvo que renunciar al trono y gracias a esa historia su valor hoy es incalculable.

Por último, y no menos sorprendente, hay que destacar uno de los mayores hitos de las antigüedades. Los jarrones de las dinastías chinas son reliquias muy cotizadas entre los coleccionistas. Uno de los últimos jarrones encontrados, concretamente de la dinastía Qianlong, fue subastado por 66 millones de dólares. Por algo son las piezas más caras de la historia.

Como hemos visto, las antigüedades son muy complejas de valorar y la historia que las envuelve, bien sea por su origen, su leyenda o sus antiguos poseedores hace que el valor crezca de manera exponencial hasta cifras astronómicas.